PARTICIPACIÓN DE LA POBLACIÓN EN LOS PROYECTOS SOCIALES: CÓMO, CUÁNDO Y PORQUÉ

La Moda es “lo actual, o lo que está en vigor e interesa a una mayoría en un momento determinado”. En estadística, la moda se refiere al número que más veces se repite en una serie. En ambos casos está fuera de discusión si la moda es buena o mala, es simplemente la corriente mayoritaria (¿que hay que seguir?). Y seguir la moda en economía como en políticas sociales no es necesariamente la mejor opción, la historia resulta siendo el mejor juez en lo que a aplicación de modelos o políticas de moda o hegemónicas se refiere.

A propósito de modas, nos interesa en esta oportunidad abordar el tema de la participación de la población en los proyectos sociales, sean estos públicos o privados.

Hoy por hoy ya nadie duda (o se atreve a dudar) que los beneficiarios de los proyectos sociales deben ser parte activa en los mismos, deben tener un rol protagónico, más aún cuando lo participativo es la moda en gestión social. Pero como en toda moda están los conservadores y aquellos más atrevidos o radicales. Es así que hay muchos grados, niveles y tipos de participación de la población, desde un simple rol de informante hasta grupos organizados que participan en las distintas fases del proyecto incluida por cierto la evaluación.

Monitoreo participativo, evaluación participativa, etc, son ya conceptos que todo buen Gerente Social (o que se precie de serlo) incorpora a su lenguaje cotidiano, a pesar de que muchas veces trate solo de seguir la moda. Felizmente en este caso particular la moda es positiva. La experiencia nos ha demostrado la necesidad de la participación de los beneficiarios -desde un inicio- en los proyectos sociales que se hacen en su nombre. Existen probados indicios, por ejemplo, que los proyectos sociales que mayor impacto tienen son aquellos que contemplan las demandas de la propia población (Ver: Los desafíos de la lucha contra la pobreza extrema en el Perú. Lima Universidad del Pacífico-IDRC, mayo 2001; o La voz de los pobres. Banco Mundial, mayo 2000).

En la medida que exista una demanda social bien atendida (es decir se genere valor público) estaremos avanzando en lo que a obtención de mayor impacto se refiere, y ello requiere de la participación de los actores en un rol activo y no solo como generador de información. Entendiendo el beneficiario que lo que recibe es parte de la atención a su demanda y necesidad social no solo lo recibirá sino lo aceptará y lo valorará, ese solo hecho tiene un fuerte efecto en la efectividad del gasto social al reducir la posibilidad de filtraciones o desvíos.

Pero, ¿cuándo la participación de la población es necesaria? y ¿porqué?. Para la primera pregunta la respuesta es en todas las fases del proyecto. Y es hasta ahí donde generalmente se quedan muchos encargados de manejar la inversión social, quizás porque simplemente les basta con seguir alguna de las tendencias de la moda (que en este caso repito no es mala). No obstante, considero que lo importante de la necesidad de participación de la población en los proyectos sociales está en el porqué más que en cuando.

De hecho hay muchas opiniones y opciones respetables de porqué la población debe participar en los proyectos que la involucran, como la mayor autoestima, el ser tomados en cuenta, mayor democracia, relaciones horizontales, mayor control de los recursos, etc, a lo que podríamos agregar presiones de las instituciones financieras (que coinciden con o traen la moda) o de las propias ONG siempre reivindicativas y a veces necesarias. Pero así como respetables creemos que estas opiniones no pasan de un nivel cosmético y se puede dar un paso adelante.

Dado que los proyectos sociales deben tener objetivos que apunten al desarrollo socioeconómico de una zona específica en la que viven y conviven el beneficiario y el benefactor (o su brazo ejecutor), en mi opinión el tema de la participación pasa por la necesidad de generación de confianza mutua, junto a la imperiosa necesidad de que la población se “apropie” del proyecto, lo haga suyo y sea conciente de que el éxito o fracaso del mismo será en gran parte su éxito o fracaso, y que deberá rendir cuentas por ello. Y aquí cobra mayor sentido el tema de la participación en todas las fases.

En resumen, planteamos que la población beneficiaria sea no solo (como en el mejor de los casos y tendencias actuales) co-gestor del proyecto, sino también (y mucho más importante) que pase a una categoría superior y sea co-rresponsable del mismo, de los aciertos y de los errores, del activo y del pasivo, de tal forma que la población eleve su nivel dejando de ser solo un instrumento útil para la demanda y la protesta para convertirse en un vehículo efectivo de propuestas y logros. Asumir responsabilidades es el camino.